"Al caballero Arnaldo le gustaba comer las setas asadas con la salsa de la carne. Fue su plato preferido desde que su madre se lo puso por primera vez para cenar a los 5 años.
Que al caballero Arnaldo le gustará ese plato, era muy importante, pues ese día Arnaldo era el hombre más feliz del reino Regalaba chucherías a todos los niños, ayudaba a la gente y se tumbaba en el cesped de un campo rodeado de muchas amapolas.
Un buen día de los que Arnaldo estaba regalando chucherías se le acercó un niño preguntándole por qué los días que comía setas se encontraba tan feliz. Él mismo se hacía esa pregunta una y otar vez, hasta que cansado de sus cambios de humor tan repentinos y relacionados con las setas asadas con la salsa de de la carne, mandó investigar el manjar al señor Potato, el científico de la Corte que tenía respuestas para todo.
¡Oh no! gritó el Señor Potato, las setas que nuestro querido Arnaldo come son alucinógenas, por eso cada vez que degusta su mangar preferido de encuentra en un estado de felicidad y de delirio al mismo tiempo. ¿Qué podriamos hacer para que dejase de comerlas?, al Señor Potato no se le ocurría nada por más que pensaba... (Raquel Escudero García)
El Señor Potato seguía sin tener ideas, para que Arnaldo dejase de tomar esas setas alucinógenas que le hacían cambiar de humor. Desesperado decío acudir al mago del pueblo, aver si tenía alguna pócima, que hiciese que el caballero estabilizase, un poco,ese carácter, ya que la situación no podía seguir así.
Y decidido,el señor Potato le contó al mago Merlin lo que le pasaba al caballero. El mago que era muy sabio, mezcló un par de hierbas y sustancias, formuló una frase en un idioma extranjero y pronto había creado una pócima especial que seguro que hacía que el caballero estabilizase su humor. Pero......(Rocío Barrón)
¡Pum! El enorme caldero en el que estaba haciendo la pócima estalló en mil pedazos, dejando la casa del mago llena de pegotes de colores.
Eso hizo pensar a Merlín que lo que hacía a Arnaldo actuar así era su propio carácter, por lo que se lo comentó al señor Potato y ambos estvieron de acuerdo: la solución era dejar actuar así al caballero y disfrutar todos de los días de generosidad y buen humor que le producían las setas. (Irene Fernández Rodríguez)